Esa noche, retomando conversaciones angloparlantes descubrimos cuán parecido es el ser humano y constatamos que efectivamente hay un paralelismo brutal entre nuestras vidas.
Relataré pues una historia de "amor" que no me pertenece pero que espero describir con la mayor eficacia posible...
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- ¿Y tú, qué dices corazón? -
Ella, dispuesta a cambiar su vida, buscando su lugar, su momento, cogió las maletas y se dispuso a adentrarse sin mayor compañía que su equipaje, su positivismo y sus ojos verdes en la espesa y lluviosa Rothesay, una minúscula isla al sur de la bonita Escocia, sin saber muy bien cómo ubicarse al principio, pero sin ningún miedo a encontrar aquello que fue a buscar... su Felicidad.
El trabajo le resultó sencillo puesto que el reto estaba en el idioma, ese que había estudiado desde niña pero que se le antojaba complicado por la falta de práctica, pero era una asignatura pendiente que no le iba a frenar.
Pasaron los días y la atención, después de haber ordenado adecuadamente todo lo demás, se centró en aquel "polish guy", su presencia le aceleraba el corazón y lo único que pensaba era en cómo sacar fuerzas para decirle lo que sentía al estar a unos cuantos centímetros de él...
El chico, por su parte, tampoco había obviado la presencia de aquella guapa española que acababa de llegar y que tímidamente se iba haciendo un hueco entre los demás compañeros con su sonrisa y su alegría.
Ella y Él, ambos acercándose con la inocencia de niños pero manteniendo la distancia, empezaron a crear un ritual de tonteo que parecía cuanto menos divertido.
Hasta que un día, ella se dio cuenta de que el tonteo... dejó de serlo, y que había algo por dentro que se alborotaba como su pelo con el rebelde viento de las mañanas cuando salía a trabajar. Y como había llegado a aquél lugar alejado de todo para ser consecuente con su vida, no iba a ser menos con esto, se armó de valor y le escribió...
Mientras tanto, Él suspiraba por Otra, otra que pasaba de sus mensajes, de su atención, que no le aportaba nada de lo que Ella podría darle, pero que lo tenía atrapado como las pobres tortugas en las redes de los pescadores, sin remedio, sin salida.
Una noche, Ella recibió noticias suyas, sin esperarlas pero que le hicieron esbozar una sonrisa. Al fin, y sin demasiados preámbulos, compartieron sábanas y confidencias por una noche. Él reconoció que Otra ocupaba su corazón y que aquella velada, a pesar de haber estado a gusto, no debería haber ocurrido si hubiera sido fiel a su palpitar, y Ella, mirándolo con cara de incredulidad, se armó de "razones" y le dejó las cosas claras, "yo he sido sincera contigo, he dicho lo que pensaba, no me arrepiento, pero si es así, tú te lo pierdes"
Aquellas palabras salieron con tal seguridad de su boca que se sintió reforzada moralmente, sabiendo que estaba empezando a conseguir la ansiada madurez...
Desde entonces, las cosas empezaron a cambiar, Ella decidió no darle más bombo a la historia e intentó mantenerse al margen a pesar de lo complicado que le resultaba llevarlo a cabo, pero aún así, tenía que ser consecuente aunque se muriese de ganas en su interior de volver a besarle otra vez...
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Aún no se sabe cuál será el final puesto que el día del regreso no se ha producido, y el distanciamiento entre los dos aún está algo difuso...
La vida tiene estas cosas, enredos, amores que quizás no signifiquen nada al principio y luego cambien a serlo, pero siempre habrá una historia paralela, un relato que nos recuerde a una experiencia, un ciclo repetido, un final inacabado...
Y a ratos... da Vértigo,
[...] Sobre la mesa botellas vacías,qué sano es arrancarte esa risa,
y ahora cambiemos el mundo, amigo,
que tú ya has cambiado el mío.
¿Qué haré cuando te busque en la clase,
y mi eco me responda al llamarte?
Otros vendrán y me dirán
que te marchaste,
que te cansaste
ya de esperar.
Vértigo, que el mundo pare,
que corto se me hace el viaje.
¿Me escucharás, me buscarás,
cuando me pierda
y no señale el norte
la estrella polar?
Ismael Serrano
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